En el olvidado sofá donde Max reside,
Su dueño pasa a veces para alimentarlo.
Me dijo que la piel del perro estaba enferma,
Y desde cachorro, al niño encadenaron.
Solo la soledad y el sufrimiento lo abrazaban,
Sin conocer mi rostro, en cartón dormía.
Si llueve, su refugio se empaparía,
Pregunté por qué no lo trataron, ¿qué diría?
“Lo intenté, pero… iba a ponerlo a dormir”,
Negó la oportunidad de llevármelo con desdén.
Pagó las cuentas médicas, ¿su preocupación real?
Quería sumar ganancias, no salvar al fiel.
Médicos impactados, sufría de todo,
Garrapatas en los oídos, piel desgastada.
Sarna y parásitos, dañados órganos vitales,
Su vida fue un tormento, un círculo infernal.
Finalmente, el tratamiento comenzó,
El niño se recupera, su rostro refleja emoción.
Aún tímido, descubre un mundo exterior,
Pero el miedo lo mantiene cautivo, por temor.
Día tras día, el baño medicado continúa,
Aunque el pelo caiga, la esperanza fluye.
Con el tiempo, su belleza resurge,
Es hora de una nueva vida, ¡el momento urge!
Con amor y cuidado, su vida renace,
El niño, ahora seguro, encuentra su lugar.
En compañía de otros, comienza su viaje,
El patio es su mundo, por fin, en paz está.
Día 40, el niño es libre, sano y feliz,
Es hora de partir, el alta llega al fin.
Con el pelo crecido, radiante y bello,
Todo un mundo por descubrir, lleno de anhelos.
Para él, somos todo, su amor lo revela,
El niño, ahora seguro, ama y se mueve.
Con todo nuestro corazón, lo cuidamos,
Una vida nueva, un amor que no se olvida, jamás.