La familia es su última esperanza de encontrar lo que le falta, en pocas palabras.
A pesar de la dificultad, el perro cumplió con su tarea de proteger una casa en El Cairo.
Hizo lo que se esperaba de él, como hacen muchos perros cuando las personas se acercan demasiado al territorio que protegen.
“Ladró y le cortaron la nariz”, afirma Lauren Connelly de Special Needs Animal Rehabilitation (SNARR).
Eso significaba desempleo para el perro, quien más tarde recibiría el nombre de Anubis, en honor al dios del inframundo en el antiguo Egipto.
Luego pasó años merodeando por las calles de la ciudad, frecuentemente visto acurrucado debajo de un coche, sufriendo en silencio.
Pero otros se convertirían en su voz. Primero, fue una organización local, la Fundación de Protección Animal, una organización que cuida de miles de animales desamparados en el país.
Luego llegó el turno de SNARR.
“Hemos rescatado a docenas de animales de ellos y los hemos traído a los Estados Unidos, animales que de lo contrario estarían sufriendo en un país que no puede cuidar de ellos”, dijo Connelly, coordinadora de acogida en el grupo con sede en Estados Unidos.
Finalmente, fue un ejército virtual de voluntarios, que formaron un relevo de conductores desde el Aeropuerto Internacional John F. Kennedy en la Ciudad de Nueva York hasta Olney, Maryland, donde Anubis pasó una semana antes de ser conducido a través de paradas en Tennessee y luego hasta Fort Worth, Texas.
Para Anubis, podría haberse sentido como su propio viaje al inframundo. Excepto que había amor en cada parada.
Y comida, por supuesto. Mucha comida.
“Él come un poco al revés para compensar”, explica Connelly.
Y su destino final, una familia de acogida a largo plazo en El Paso, Texas, es algo más cercano al cielo.
Anubis vivirá con su familia de acogida durante hasta seis meses. Pero Connelly dice que están tan enamorados de él que hay una buena probabilidad de que se conviertan en su familia para siempre. Además, ya está encantado con su nueva hermana, otra perra rescatada, que resulta ser ciega.
Después de vivir tantos años bajo coches en calles bulliciosas y peligrosas, Anubis ya no es un perro del inframundo. Sino un dios del sofá.