El aullido del perro rompe el silencio de la noche. Un perro, con la cola cortada y abandonado en la calle, deambula agotado y somnoliento, pero demasiado dolorido para tumbarse. Una joven se acerca y le ofrece algo de comer, esperando ganarse su confianza. El pobre cachorro ha estado hambriento durante mucho tiempo, devorando dos tazones de comida para perro en un abrir y cerrar de ojos, pero su cola sigue sangrando y el dolor le impide moverse cómodamente.
La joven, compadecida, intenta consolar al perro mientras este continúa lamiendo su herida en agonía. Sorprendentemente, el perro sigue a la joven obedientemente cuando deciden llevarlo al hospital en plena medianoche. El veterinario determina que el cachorro apenas tiene entre 3 y 4 meses de edad, un pequeño y frágil cachorro. Durante la extracción de sangre, el cachorro muestra signos de resentimiento por el bozal, quizás alguien cruel le cortó la cola con él, llenándolo de miedo.
Después de la cirugía, el cachorro resulta ser más fuerte de lo que se imaginaba. Al día siguiente, la joven lo visita en el hospital y nota que su espíritu ha mejorado considerablemente. Deciden llamarlo “Xiao La Ba” (Pequeña Trompeta), y desde ese momento, ella decide hacerse cargo del cachorro.
En los días siguientes, el cachorro devora la comida y muestra un comportamiento protector hacia ella. Después de recibir las inyecciones antiinflamatorias, el cachorro continúa mejorando y se vuelve más confiado y cercano a la joven. Finalmente, después de unos días, el cachorro es dado de alta y la joven lo lleva a casa, donde parece muy feliz con su nuevo hogar.
A pesar de haber sufrido tanto, el cachorro todavía elige creer en la humanidad y encuentra consuelo en la compañía amorosa de la joven. Aunque a veces puede ser un poco temperamental, el cachorro ha encontrado luz en la oscuridad y todavía puede sonreírle a la vida. Este relato nos recuerda que todo ser tiene un alma y nos insta a tratar con amabilidad a todas las pequeñas criaturas que nos rodean.