La perra preñada paseaba por las calles solitarias, con la barriga hinchada de vida. Sus dueños anteriores la habían abandonado y la habían dejado a su suerte.
Pero ahora había llegado el momento de dar a luz y se dio cuenta de que necesitaba ayuda. Mientras caminaba, sus contracciones se hacían más frecuentes e intensas. Podía sentir su cuerpo preparándose para la llegada de sus cachorros.
Desesperada, buscó a alguien que la ayudara. Finalmente, se topó con la casa de un residente cercano. Corrió hacia la puerta principal y empezó a arañarla con la pata.
Lloró y gimó, esperando que alguien la escuchara y viniera a rescatarla. Sin embargo, en todos sus intentos, nadie abrió la puerta.
Esperó durante horas, esperando que alguien viera, pero nadie lo hizo. Con todas sus fuerzas logró llegar al consultorio de un veterinario cercano. El veterinario y su equipo concluyeron inmediatamente que la perra estaba de parto y la llevaron a una habitación para prepararla para el parto.
Cuando el ecografista procedió a inspeccionar al perro, ella jadeó en estado de shock. ¡El perro llevaba no solo uno o dos cachorros, sino un total de 12!
El veterinario y su equipo rápidamente se pusieron manos a la obra, preparándose para el nacimiento. Pasaron las horas mientras el perro luchaba y luego, uno a uno, los cachorros llegaron al mundo. La cansada madre observó cómo los lavaban y pesaban a sus hijos, agitando la cola con emoción y alivio.
Al final, el perro abandonado encontró un nuevo hogar junto al veterinario y su familia. Cada día que pasaba, se volvía más fuerte, más feliz y más seguro.
Mamá y sus cachorros recibieron la atención y el afecto que necesitaban, y todos crecieron fuertes y saludables juntos.
Pero para que puedas ver de dónde nace todo este placer, vale la pena el tiempo, el precio y la reverencia. Pero para que puedas ver de dónde viene todo este tiempo, paga el precio y el placer del arco.