Conoce a Bella, una diminuta cachorra de un mes yace herida y sola. Su pelaje estaba enmarañado con suciedad y sangre, y una gran herida en su cadera rezumaba infección. Era evidente que la lesión fue causada por una poderosa fuerza externa. Esta pobre cachorra había sufrido mucho y había soportado el dolor durante demasiado tiempo.
La cachorra gemía suavemente, sus llantos llenos tanto de agonía física como de la profunda tristeza del abandono. Parecía que su dueño, por razones desconocidas, la había dejado cruelmente para que se defendiera sola. La desesperación de la cachorra era evidente en sus ojos llenos de lágrimas, mientras anhelaba calor, consuelo y un toque suave.
Emma recogió suavemente a la frágil cachorra y la acunó en sus brazos. Podía sentir el temblor del cuerpo de la cachorra por el miedo, el dolor y la gratitud. Con la cachorra herida en su abrazo, Emma se apresuró a la clínica veterinaria más cercana.
El aire estaba cargado con el olor de la cachorra, atrayendo una nube de moscas y diminutas larvas retorcidas. El personal veterinario actuó rápidamente, examinando cuidadosamente la herida y tratándola con el máximo cuidado y ternura. Tomó tiempo y esfuerzo meticuloso limpiar la herida y eliminar las larvas.
Los días se convirtieron en semanas, y la cachorra, ahora llamada Bella, prosperó bajo el cuidado amoroso de Emma. La naturaleza juguetona de Bella emergió, y comenzó a explorar su nuevo entorno con un sentido de asombro y alegría.