En el día 7 de septiembre, un llamado desesperado llegó al refugio de animales Aumigos. Una dama informó haber visto un automóvil arrojar una bolsa en un arbusto. Con el tiempo, notó que la bolsa comenzaba a moverse y escuchó un llanto. Al investigar, descubrió un cachorro dentro. Lo sacó de la bolsa y comenzó a resucitarlo.
El pobre animal no podía respirar, sufría de dolor, tenía lesiones por todo su cuerpo. No podía moverse, su cuerpo estaba empapado de frío, con heces y orina en su pelaje. Presentaba hipotermia, deshidratación y anemia severa. Lo nombramos Napoleón y estimamos que tenía aproximadamente 8 años.
Napoleón necesitaba atención urgente. Requirió internamiento, pruebas de laboratorio y ultrasonido de manera inmediata. Su condición era reservada; su temperatura seguía siendo baja y tenía dificultades para moverse. Su situación era preocupante, pero no perdíamos la esperanza.
Después de 24 horas, su situación seguía siendo crítica. Los exámenes de sangre revelaron que Napoleón era reactivo a la ehrlichia y la babesia. También se detectaron infecciones vaginales, para las cuales se inició un tratamiento con Imizol.
Sin embargo, Napoleón no se rindió. Después de tres días, comenzó a mostrar signos de mejoría. Recuperó el apetito, ganó fuerza y pudo pararse sobre sus patas delanteras. Su temperatura corporal se estabilizó, y las muestras de amor y apoyo de nuestros seguidores le dieron ánimos.
Semana tras semana, su salud mejoraba. Pasó de apenas poder levantarse a correr por su cuenta. Cada vez comía más y mostraba más energía. Napoleón se estaba recuperando, y todo gracias a la ayuda y el amor que recibió.
Hoy, podemos ver a un Napoleón radiante, corriendo feliz por el refugio. Su historia es un recordatorio del poder del cuidado y la compasión. Gracias a todos los que contribuyeron a su recuperación. ¡Napoleón ha encontrado su fuerza y su libertad!